miércoles, 13 de octubre de 2021

EL PODER ECONÓMICO DOMINANTE LLAMA “INDEPENDENCIA PATRIA” A LOS 200 AÑOS DE JUSTICIA FUSILADA. (Segunda Entrega) LOS INICIADORES DE LA POESÍA SALVADOREÑA (CUATRO POETAS).

Los iniciadores de la poesía salvadoreña coinciden históricamente con la etapa en que se publicaron las primeras tesis del libro, Cien Años de Poesía en El Salvador, escrito por Rafael Góchez Sosa, Gloria Marina Fernández y Tirso Canales.

Los compañeros Rafael Góchez Sosa, Gloria Marina Fernández, fallecieron en años anteriores y Tirso Canales, ha sometido a revisión completa el texto de la primera edición publicada en El Salvador en 1978, por la Biblioteca Dr. Manuel Gallardo. Hago constar con el mayor cariño y lealtad posibles a los compañeros mencionados, que ellos son también coautores de la mencionada investigación, Cien Años de Poesía en El Salvador. TC.

San Salvador, 22 de septiembre de 2021

 

II.- ENRIQUE HOYOS

(1810-1859)

Enrique Hoyos contribuyó -por medio de su actividad de escritor y poeta -a poner las bases de nuestra cultura. Tres son los aspectos que a nuestro juicio se destacan:

En el primero recoge experiencias de la guerra civil centroamericana, en aquellos años que sucedieron a la Independencia política de estos países. El Soneto que escribió "para la tumba del benemérito coronel José A Carballo" (1) ilustra lo dicho. Se juntan, un tono elegíaco con una ardiente excitación patriótica. El contenido es síntesis valorativa de las virtudes cívicas y morales que distinguieron a Carballo. Concluye a manera de moraleja como se usaba entonces ­exhortando a los hombres de su tiempo a imitar las esclarecidas cualidades de aquel patriota y de los visionarios que, con su esfuerzo, crearon la perspectiva del goce de la libertad:

. . . Aquí empieza

Vida inmortal que aquestos adquirieron,

Imitad su virtud esclarecida.

(1) Se refiere a José Antonio Carballo, militar colombiano que sirvió en el ejército del general Francisco Morazán. Carballo murió el 27 de agosto de 1845, en el asalto al puerto salvadoreño La Unión, del cual era comandante cuando fue tomado por el general hondureño Guardiola en la fecha citada. EI poeta salvadoreño Julián Ruiz (1817-1877) valora altamente el papel jugado por el coronel José A. Carballo:

A LA MUERTE DEL CORONEL CARBALLO (Soneto)

El soldado valiente. ¡héroe sublime'/ Que por la patria muere y sus derechos./ eternamente vivirá en los pechos/ Que el patriotismo y la virtud anime./ EI Salvador por ti, Carballo, gime/ Pues tu existir faltó, pero tus hechos/ Por jamás olvidados ni deshechos/ Harán que el mundo tu memoria estime./ Tu alma exenta de vicios, justa y pura/ A Ia mansión celeste se traslada/ Para gozar de su eternal morada./ Mientras patriota, en esta tumba jura/ Que tu muerte y virtud será imitada/ Y vuestra augusta sombra venerada.

En el segundo se revela como hombre de luchas espirituales en conflicto con su destino y su pasado. Hoyos inició la carrera sacerdotal y durante algún tiempo fue paje de un obispo a quien, expulsado de Centroamérica, acompañó al exilio en La Habana. Al desligarse de la vida monacal se dedicó a los estudios de abogacía. Explica ese hecho por medio del poema La contricción de un abogado, que es una especie de mea culpa:

Castígame, mi Dios, pues te he agraviado,

Mas débale al amor con que me miras

Morir cual buen ladrón un mal letrado

 

Interesante resulta la posición de Hoyos desde su perspectiva religiosa, cuando se sabe que no era solamente un literato, sino también un hombre de muchos avatares políticos, sustentante de fogosas ideas. Ocupó diversos cargos públicos, siendo ministro del gobierno del general Gerardo Barrios, reformador de la economía y educación nacionales.

El tercer aspecto se refiere a temas amorosos: hizo poesía personal-intimista. Su lírica tiene interés porque exterioriza la personalidad de un hombre de carne y hueso que no era ajeno al deseo, a la pasión y al amor.

Es triste todo para el alma mía,

Triste miro del alba el arrebol;

Triste veo pasar el claro día

Y triste miro al fin ponerse el sol.

Llega la noche y adormece al mundo;

Descansan todos, todos, menos yo,

Porque mi pena y mi dolor profundo

No me dan tregua ni un instante, no.

(Te conocí y lloré)

Quizás uno de los signos más notorios de la poesía salvadoreña sea el sentimentalismo lírico. En el proceso formativo de nuestras letras se encuentra a lo largo de todo un siglo. Con esto nos damos cuenta de cuán prolongada fue su infancia. La génesis lírica no es anormalidad; antes bien, es un inicio genuino. Lo irregular es el lirismo unilateralmente sentimental. En Enrique Hoyos tampoco puede señalarse este aspecto como un defecto. Por el contrario, se desenvolvía en consecuencia con los tanteos iniciales de nuestra poesía que se mueve entre la literatura colonial, pues esa era la escrita por españoles durante la colonia en estas tierras, y por ello no faltan los matices eclécticos. Hoyos se vale de símbolos convencionales del clasicismo americanizado para manifestar sus emociones:

 

Pues esa nave eres tú

Y ese delfín soy yo.

Que en vano sigo los pasos

De quien nunca me esperó.

Mira por fin, Oh, Delina,

Por tu amor cuánto sufrí,

Mira cuánto eres ingrata

Y cuánto soy infeliz.

 

Tú eres la luna que alumbra

Mi desgraciado existir;

Tú eres la flor que embalsama

Lo amargo de mi vivir.

El ancla de mi esperanza

Eres tú; y si mi amor

Pagas fina, tú serás

Mi puerto de salvación.

 

Y bien vale la pena señalar que el lenguaje pugna por romper las formas y que desecha intencionalmente la rima consonante que en otros poemas como Mi esperanza, utiliza de acuerdo a las reglas en uso, al decir:

Desamparada y sin remo

Entre peligros se lanza,

Donde la vista no alcanza

Playa amiga, amigo extremo.

No falta en la poesía de Hoyos la finura de la imagen, aunque se mantenga dentro del tema íntimo-sentimental:

 Y vi la morbidez

de tu brazo nevado;

Vi tu garganta, y vi,

¡Ah! qué me fuera dado

Describir cual quisiera

Tu pecho regalado,

En que el Amor situó

Dos globos de alabastro

Que la misma Citeres

Formó para mi daño...

 

Enrique Hoyos fue, sin duda, el primer poeta lírico subjetivo de El Salvador. Su estilo y maneras lo diferenciaban de Miguel Álvarez Castro e Ignacio Gómez.

El escritor salvadoreño Ítalo López Vallecillos, en El Periodismo en El Salvador, se refiere al aspecto periodístico de Enrique Hoyos, así como también a algunas cuestiones que tienen que ver con su quehacer literario: "En el año 1844 publicó su libro Apóstrofes. Por la profundidad de sus pensamientos, la nobleza y elevación de sus ideas fue llamado "el Lamennais salvadoreño". Su obra intelectual ejerció gran influencia en su época, y con razón se considera a don Enrique como uno de los más eficaces forjadores de nuestra cultura." (2)

 (2) ltalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador, Pág. 265.

 

 

 III.- IGNACIO GOMEZ

(1813-1879)

El enriquecimiento del lenguaje poético salvadoreño tuvo en Ignacio Gómez a un entusiasta impulsor. Su labor traductora permitió el influjo remozador con obras claves de varios pioneros del romanticismo europeo. Asimiló para nuestras letras excelentes modelos. El encuentro con ese aspecto de la actividad intelectual de Gómez, nos permite comprobar con bastante exactitud algunas fuentes de que se valieron los iniciadores. Por otra parte, ilustra los criterios que hemos emitido respecto a que la expresión poética salvadoreña fue desde sus comienzos fundamentalmente romántica, es decir, que arrancó de bases modernas.

-- De Tomás Gray (1716-1771), uno de los más destacados autores del prerromanticismo inglés, tradujo Elegía escrita en un cementerio de aldea, que data de 1751. Aquel poema sonó como una campanada que se extendió rápidamente por todo el continente europeo.

La influencia que ejerció Gray en la poética de Gómez, se refleja, sobre todo, en el poema de éste, titulado Elegía a la muerte de la señorita doña G. P., escrito en un tono discreto y solemne, muy similar al que sostiene el poeta inglés.

-- De Lord Byron (1788-1824), tradujo La canción de Medora, y lo imitó igualmente en sonetos. Estaría demás decir, que Byron ejerció enorme influencia en la propagación del romanticismo.

-- Del italiano Pietro Trapasi (1698-1792) tradujo la célebre Despedida de Metastasio, cuya influencia en Europa fue masiva.

-- Del francés Lamartine (1790-1869), connotado precursor del romanticismo, tradujo Tristeza.

-- Del alemán Goethe (1749-1832), el poema Ilusión.

Es también un elemento importante para el criterio que deseamos afirmar, el hecho de que Gómez estuviera afiliado a las ideas de Juan Jacobo Rousseau (1712-1778); escribe un poema titulado con el nombre del ilustre suizo francófono, quien fue pionero del romanticismo y de las ideas liberales de tipo radical.

Asimismo, notables autores del Siglo de Oro español desempeñaron un papel destacado en la estructuración de la obra de Gómez. Entre otros:

-- Fray Luis de León (1527-1591) influye directamente en el poema de Gómez La vida oscura.

-- Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880) deja su huella en La golondrina.

La literatura salvadoreña empieza a dar frutos propios en los marcos generales de una literatura moderna. Su punto referencia teórico-estético más notable es el romanticismo que ya había alcanzado madurez y se afirmaba como tendencia en nuestros países. Nuestra poesía empieza, valiéndose de instrumentos modernos ya que estaban resueltos los problemas del idioma, las cuestiones ideológicas y clarificadas las clases estructurales de la sociedad de aquel entonces, el capitalismo. Por ello es explicable y apreciable la contribución traductora que realiza Ignacio Gómez de modelos poéticos europeos representativos. Su poesía bebe directamente de las fuentes románticas de las etapas iniciales y en ella conjuga una atmósfera elegíaca con una lírica amorosa de caracteres intimistas. Una y otra están impregnadas de meditaciones filosóficas y morales en las que los problemas de la vida y la muerte del individuo ocupan un lugar destacado. Otras veces las ensoñaciones son llevadas hacia el dramatismo y a veces se traducen en incontenibles pasiones ya no de "caballero a dama", sino de hombre a mujer. La creación poética de Gómez está avocada al lirismo de notas dolorosas y pone el oído muy cerca del sollozo y la emoción se agacha hasta la lobreguez. Dentro de ese marco sentimental Gómez emplea en varias ocasiones recursos retóricos y sintácticos que devienen en versos que denotan conocimientos de las formas idiomáticas, por la fluidez que expresan:

Que hay recuerdos, que hay sueños que la muerte

no alcanza no, arrancar del corazón;

y que a despecho de la airada suerte

llevan consigo rayo de ilusión.

 (Elegía a la muerte de la señorita doña G.P.)

Ese ambiente telúrico y sombrío presente a menudo en la obra de este escritor proviene, sin duda, de la esencia misma de los modelos por los que tenía predilección. En su poema imitación de Byron aparece el clima escatológico a la vez que reflexivo:

Cual nombre inscrito en funeraria losa

Sorprende por ventura al caminante,

Que entre las tumbas meditando errante

Corre con planta incierta y vagorosa.

 Una variante concepcional es que otras veces está influido por las ideas moralistas de la sociedad civil, y que tenían por base el pensamiento rousseauniano que se enuncia en que "Toda emancipación es la devolución del mundo humano al hombre mismo".

Gómez sustentó ideas emanadas del pensamiento de Juan Jacobo Rousseau, tanto en lo moral como en lo filosófico dual-sensualista. Inspirados en esas concepciones pléyades de poetas cantaron a la patria, a la igualdad y sobre todo A la libertad:

¡Salve mil veces,

Y en tus sacros altares,

Cual feble ofrenda de la vida mía,

Acoge tú mis preces,

Escucha mis cantares,

Que jamás tributé a la Tiranía!

Sin ti la noche umbria

Del error envolviera

La edad que antes de hoy fuera:

Mas ya la edad futura,

Patria, tendrá por ti, leyes, ventura.

Todo lo anterior nos da una idea de la sólida formación humanística que Gómez poseía, lo cual le permitió entrar en los dominios de literaturas europeas. Es suyo, además, el mérito de haber sido uno de los primeros que incorporó al lenguaje poético costumbres y hábitos de su tiempo. Nos referimos a su poema El Chocolate.

 

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