viernes, 3 de septiembre de 2021

EN EL SALVADOR, EL PODER ECONÓMICO DOMINANTE LLAMA “INDEPENDENCIA PATRIA” A LOS 200 AÑOS DE JUSTICIA FUSILADA III.- FINAL Y PRINCIPIO DE DOS FORMAS DE DOMINACIÓN POLÍTICA DE LOS TERRATENIENTES EN EL SALVADOR

 

RESUMEN HISTORICO

El Salvador,  20 de Agosto 2021.

 (Tercera A de Cuatro Entregas)

 ¿QUÉ HISTORIA CONOCER PARA CAMBIAR A EL SALVADOR?

El gobierno del Dr. Pío Romero Bosque (1927/1931) marcó el final de un período de dominación directa del Estado por los terratenientes aburguesados, y el principio del nuevo modo de dominación de la misma clase económica, a través de los militares como instrumento de represión y muerte. El período de dominación directa de los terratenientes se inició el 15/9/1821, fecha de la Independencia política del país. De acuerdo con la teoría, en aquella fecha debería haberse fundado la república de El Salvador.  Pero esto no ocurrió. En 1931, después de 110 años del supuesto nacimiento de la república, se realizó el primer ensayo democrático con el que debió haber empezado la vida republicana en 1821. No fue de ese modo, porque los criollos, o hijos de españoles nacidos aquí, algunos de los cuales firmaron el acta de Independencia, se arrogaron, por si y ante si, el “derecho” de gobernar el país, sin que nadie los hubiera elegido. De esa forma nació, no la república, sino la dictadura de la clase dominante de la economía, el Estado y la política en El Salvador, que suplantó al pueblo. ¿Quién era el pueblo? Según estimaciones del Demógrafo salvadoreño, Dr. Rodolfo Barón Castro, en el año 1807, el 97.1% de población nacional, tenía esta estructura: 54.1% aborígenes puros y 43%  mestizos. De esos datos se deduce que sólo un porcentaje menor del 3% de criollos y españoles residentes capturaron el gobierno desde los inicios.

Dije que después de 110 años del supuesto nacimiento de la república de El Salvador, el gobierno del Dr. Pío Romero Bosque, cumplió su promesa de celebración de elecciones democráticas y libres. Él terminó su período presidencial el 28/2/1931, y entregó la presidencia el 1/3/1931 al triunfador en las elecciones, el Ing. Arturo Araujo. Este gobernó sólo 9 meses, ya que el 2/12/1931, un grupo de militares por medio de un golpe de Estado, derrocó al único presidente de toda la historia, que ha sido elegido democráticamente. La obra siniestra de los militares traidores destruyó el ensayo inicial de elecciones libres en El Salvador. El origen de los gobiernos militares se inició con el ejemplo del llamado prócer Gral. Manuel José Arce, ya que fue él quien perpetró el primer Golpe de Estado para arrebatar la presidencia de la República Federal de Centro América, al sabio José Cecilio del Valle que había recibido el voto de los pueblos (Memorias del Benemérito General, Francisco Morazán, 1840). Arce fue fundador del ejército local; y juntamente con Juan Manuel Rodríguez y otras personas, fue a  Boston, Estados Unidos el 8/6/1823, a ofrecer la anexión de El Salvador al país yanqui.

El pueblo salvadoreño durante décadas y décadas ha repetido sin cesar y sigue repitiéndolo hoy, que los militares han sido verdugos y traidores de la independencia y de la democracia en El Salvador, y el instrumento de muerte que los terratenientes y la oligarquía como clase dominante de la economía, y exploradora del trabajo del pueblo, ha utilizado para aterrorizar y reprimir a la ciudadanía portadora de los ideales de libertad y de los métodos que requieren de ejercicio profundo y cultivo civilizado para vivir en democracia.

El pueblo salvadoreño tiene las pruebas de los crímenes cometidos en su contra, y algunas son estas: El 2/12/1931, un grupo de militares encabezados por el Gral. Maximiliano Hernández Martínez, que en el gobierno del Ing. Arturo Araujo ocupaba el cargo Ministro de Guerra y Marina, de era también Vicepresidente de la Republica. Instigó desde la sombra una conspiración en la Escuela de Cabos y Sargentos. Aquella confabulación organizada por los militares que habían sostenido reuniones con los terratenientes, tenía como finalidad que Hernández Martínez, ocupara la presidencia de la república, desplazando a su titular, el Ing. Arturo Araujo. Los terratenientes habían analizado y caracterizado a Hernández Martínez como ambicioso, inescrupuloso, con apariencia de militar severo, inflexible, tal como se presentaba en la Escuela de Cabos y Sargentos donde era instructor. Tenía las principales características de un traidor político: hipócrita, ambicioso e inescrupuloso. Era teósofo además.

          “A partir de aquella fecha, el poder político paso a manos del Ejército, y éste se transformó en la práctica en gran elector y una especie de partido político permanente  en armas”. (Citado del libro Función Política del Ejército Salvadoreño en el Presente Siglo. Autor Cnel. Mariano Castro Moran, UCA/Editores, 1984, El Salvador).

 1- ) CONFESIÓN DE LA TRAICIÓN

Los militares que efectuaron la asonada golpista fueron Cnel. Joaquín Valdés,  Cnel. Osmín Aguirre y Salinas, Mayor Eugenio Palma Rodríguez, Tte. Julio César Cañas; y los civiles, Carlos Rodríguez y Joaquín Castro Canizales (Quino Caso), según el documento que publicó el 3/12/1931, el Diario Latino. Invitamos a leer detenidamente este testimonio que acabó con la que pudo haber sido incipiente democracia en El Salvador, después de 110 años de gobiernos directos de los terratenientes, desde 1821, año de la independencia.

“En el cuartel del Primer Regimientos de Infantería, a las nueve y media del día tres de diciembre de mil novecientos treinta y uno: Reunidos los infrascritos Delegados de los distintos Regimientos: Primero de Artillería, Sub-Tte. Julio C. Cañas y Sub-Tte. Carlo Rodríguez; Primero de Infantería, Capitán Manuel Urbina y Tte. Joaquín castro Canizales; de la Guardia Nacional, Coronel Joaquín Valdés y Tte. Juan Vicente Vidal; Primer Regimiento de Ametralladoras, Sub-Tte. Alfonso Hueso y del Ministerio de Guerra, Coronel Osmín Aguirre y Salinas, han convenido a lo siguiente:

Que en vista que el Ingeniero Arturo Araujo abandonó el cargo de Presidente de la Republica de que estaba investido, han resuelto reunirse para formar un Directorio Militar, el cual, por votación de los Delegados, quedó formado por los miembros que a continuación se expresan: Coronel Joaquín Valdés, Coronel Osmín Aguirre y Salinas, Capitán Manuel Urbina, Teniente Joaquín Castro Canizales, Sub-Teniente Carlos Rodríguez, Sub-Teniente Miguel Hernández Saldaña, Sub-Teniente Alfonso Huezo. Que habiendo quedado en posesión de sus cargos, resuelve:

1-   Aceptar la renuncia interpuesta por el Presidente de la Republica, Ingeniero Arturo Araujo y para cumplir con los preceptos constitucionales, llamara al Vice-presidente General Maximiliano Martínez, quien rendirá la protesta de ley ante el Directorio Militar.

2-   Conminar al Ingeniero Arturo Araujo, para que en el perentorio tiempo de 24 horas desocupe el país.

3-   Asumir la Dirección del Ministerio de la Guerra el control de los demás Ministerios.

4-   Nombrar consultor al Dr. Emeterio Oscar Salazar, segundo designado de la presidencia.

Convenido lo anterior, firman los miembros del Directorio Militar: Joaquín Castro Canizales, Carlos Rodríguez, Manuel Urbina, Julio C. Cañas, Joaquín Valdés, Osmín Aguirre y Salinas, Miguel Hernández Saldaña, Alfonso Huezo. (Obra Citada Págs. 90/91). Este grupo que formo el Directorio Militar, el 4 de diciembre de 1931, impuso al Gral. Maximiliano Hernández Martínez, en la presidencia, tal como lo había planeado la oligarquía. En aquella fecha, Hernández Martínez asumió la presidencia para completar el periodo correspondiente al mandato del Ing. Arturo Araujo que terminaría el 28/4/1934. Durante este periodo aprovechó su posición de presidente de facto, para demostrar a los terratenientes y al gobierno de Estado Unidos, que decía “no apoyar gobiernos surgidos de golpes de estado”, (tratado de Washington 1923) que él era el individuo necesario para gobernar El Salvador y llevar la paz de los cementerios al agitado país.

“El nuevo gobierno levantó el estado de sitio y trató de encausar las actividades del país por la senda de la normalidad. Aprovechándose de la aparente tolerancia del gobierno de facto, Mario Zapata, Alfonso Luna Calderón, publicaron el semanario marxista “La Estrella Roja”, e interpretando el estado de cosas a su manera, iniciaron la propaganda entre la tropa para que formasen agrupaciones de obreros y soldados, todo ello, con la tolerancia del Presidente Hernández Martínez. Como se avecinaban las elecciones municipales, permitió que tomase parte en ellas el comunismo como entidad política, lo cual tuvo por mira, según declaraciones posteriores del gobierno, conocer y controlar los componentes de esas agrupaciones así como sus cabecillas. Según el plan trazado por la directiva, la propaganda del Socorro Rojo Internacional, tomo formas abiertas subversivas”. (Obra citada, del Cnel. Mariano Castro Moran Pág. 91).

 2- ) El pueblo sin alimentos ni trabajo

Las masas campesinas se manifestaban en diversos lugares del sur-occidente del país, exigiendo alimentos, tierra y trabajo. Aquella situación era de carencia de fuentes de trabajo y de tierra como medio de producción, ya que estaba acaparada por los caficultores que la concentraron durante todo el siglo XIX. El 22/1/1932, hubo brotes insurrecciónales de parte de trabajadores del campo, acuerpados por grupos de obreros de varias ciudades. Algunas de las numerosas localidades citadas en la historia, donde hubo muestras de violencia insurreccional son Tacuba, Juayua, Ataco, Izalco, Nahuizalco, Apaneca, Colón, Ateos, Jayaque, etc.

El examen de los acontecimientos posteriores a los hechos indica que terratenientes de Ahuachapán, Sonsonate, Santa Ana y la Libertad, exageraron la magnitud de las manifestaciones campesinas, con el propósito deliberado, de crear animadversión en las autoridades golpistas hacia los campesinos. Para  exigirles, “represión ejemplar”, calificaron los hechos de incontrolables y vandálicos, y no eran otra cosa, que gente manifestándose en pequeños grupos, exigiendo trabajo y tierra para sembrar cereales. Para conseguir sus objetivos de una represión contra el pueblo, los terratenientes inventaron situaciones generalizadas a partir de casos aislados.

 3- “MODESTO RAMÍREZ

          “Entre los detenidos a raíz de la insurrección del comunismo salvadoreño, se encontraba Modesto Ramírez. Era un campesino humilde de Soyapango que no sabía escribir ni leer. Jorge Schlesinger (autor del libro, Revolución Comunista) lo entrevistó en la Policía Nacional.

Sus declaraciones fueron las siguientes:

          “¿Qué por qué abracé la causa comunista?”

          “Yo he sido un trabajador honrado. Vivía en las haciendas que rodean el Lago de Ilopango, como colono de algunos señores. Llegó el momento que no nos daban trabajo ni tierras y si lográbamos éstas, era en las peores condiciones y las más estériles. De las diez fanegas de maíz que produce la manzana, teníamos que entregar cinco o seis en calidad de rédito y para tener derecho de vivir en la tierra del patrón, nos imponía quince días mensuales de trabajo obligatorio y sin sueldo. Quien  no cumplía con estas obligaciones era expulsado de la hacienda, quemándonos los ranchos que construimos con nuestro trabajo y nuestro gasto. Yo tuve que abandonar a mi mujer y a mis hijos; no me alcanzaba el trabajo para darles de comer y menos para vestirlos y educarlos. No sé dónde están. “La miseria nos separó para siempre”.

          “¿Por qué no me queje con las autoridades?”

          “¿Y cuándo ha visto Ud. Que la autoridad dé la razón al pobre, contra el rico? Si nosotros les debemos, nos apremian y ejecutan pero cuando ellos nos deben, no encontramos tribunal que nos escuche. Cuando nos metimos en asuntos políticos, azuzados por los patronos, nos fue mal, pero nos iba peor si nos negábamos a votar por los candidatos suyos”.

          “El producto de nuestro trabajo se va en multas y contribuciones. Compramos cara nuestra ropa y los remedios, para pagar el lujo de la pavimentación de las ciudades para que los ricos disfruten de alegrías… Por eso me metí al comunismo que nos da la esperanza de una vida mejor, de una vida más justa, que nos promete trabajo y tierras y que nos ofrece el derecho a ser hombres libres y llevar una existencia humana”.

“¿Qué me matarán?”

“No me importa; será mi suerte como la de muchos camaradas, de mis compañeros de desgracia. Lo prefiero así a ver sufrir y seguir sufriendo como ahora…” “La camisa y el pantalón que llevo son prestados; me capturaron cubierto de harapos y así ha sido siempre; cuando los infelices y miserables caminamos por la calle, nos capturan porque se presume que los harapientos deben ser ladrones o criminales peligrosos. Llega el día en que hambrientos pedimos un pedazo de tortilla, después de haber perdido hasta la vergüenza y de la puerta de los ricos nos rechazan con palabras duras y soeces: ¡Haragán, nos dicen, ‘por qué no buscas trabajo? Esta es nuestra vida, señor. Estas nuestras miserias y no hay un Dios que regule la justicia ni un corazón humano que se conmueva al mirar nuestra miseria. Lo he perdido todo y ahora, nada pueden quitarme ya, más que la vida.

Por eso señor, soy y seguiré siendo comunista… “Aún estaba charlando con el Coronel Osmín Aguirre, Director de la Policía en esa época, -continua Schlesinger-, cuando me estremeció la detonación de varios disparos. ¿Qué es eso? –pregunté. Es el punto final de su entrevista, me replico Osmín Aguirre; Modesto Ramírez ha cambiado de domicilio” (algunas personas creen que el fusilado no fue Modesto Ramírez, sino otra persona pero no dicen quién).

          Estas declaraciones de un hombre tan sencillo, no sólo se dirigen contra una clase que no ha sabido usar las prerrogativas que la escala social dominante ha puesto en sus manos, sino también contra las  autoridades que no han sabido defender el derecho, administrar justicia y velar porque la igualdad ante la ley sea efectiva.” (Obra citada, del Cnel. Mariano Castro Morán, Págs. 125/127).

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