lunes, 7 de diciembre de 2020

ENRIQUE HOYOS, SEGUNDO POETA DE LA PRIMERA ETAPA DE LA POESÍA SALVADOREÑA (1810-1859)

El inicio de la poesía salvadoreña está fundamentado en los poetas siguientes: Miguel Álvarez Castro (1789,95-1856), Enrique Hoyos (1810-1859), Ignacio Gómez (1813-1879), y Francisco Díaz (1812-1845). En el conjunto de la obra de los autores citados se apoya el surgimiento de las líneas generales de sus poemáticas que aunque tengan fundamentos individuales, forman el basamento de una sólida poesía que recoge las características de pensamiento y acción practica en el desarrollo de las obras personales. Ya hemos dado muestras del trabajo de Miguel Álvarez Castro y a continuación mostramos algunos aspectos de la obra de Enrique Hoyos:

Enrique Hoyos contribuyó -por medio de su actividad de escritor y poeta- a poner las bases de nuestra cultura. Tres son los aspectos que a nuestro juicio se destacan:

EN EL PRIMERO RECOGE EXPERIENCIAS DE LA GUERRA CIVIL CENTROAMERICANA, en aquellos años que sucedieron a la Independencia política de estos países. El Soneto que escribió "para la tumba del benemérito coronel José A. Carballo" ilustra lo dicho. Se juntan, un tono elegíaco con una ardiente excitación patriótica. El contenido es síntesis valorativa de las virtudes cívicas y morales que distinguieron a Carballo.

Concluye a manera de moraleja como se usaba entonces, exhortando a los hombres de su tiempo a imitar las esclarecidas cualidades de aquel patriota y de los visionarios que, con su esfuerzo, crearon la perspectiva del goce de la libertad:

. . . Aquí empieza

Vida inmortal que aquestos adquirieron,

Imitad su virtud esclarecida.

 

EN EL SEGUNDO ASPECTO SE REVELA COMO HOMBRE DE LUCHAS ESPIRITUALES EN CONFLICTO CON SU DESTINO Y SU PASADO. Hoyos inició la carrera sacerdotal y durante algún tiempo fue paje de un obispo a quien, expulsado de Centroamérica, acompañó al exilio en La Habana. Al desligarse de la vida monacal se dedicó a los estudios de abogacía. Explica ese hecho por medio del poema La contricción de un abogado, que es una especie de mea culpa:

Castígame, mi Dios, pues te he agraviado,

Mas débale al amor con que me miras

Morir cual buen ladrón un mal letrado

 

Interesante resulta la posición de Hoyos desde su perspectiva religiosa, cuando se sabe que no era solamente un literato, sino también un hombre de muchos avatares políticos, sustentante de fogosas ideas. Ocupó diversos cargos públicos, siendo ministro del gobierno del General Gerardo Barrios, reformador de la economía y educación nacionales.

EL TERCER ASPECTO SE REFIERE A TEMAS AMOROSOS: hizo poesía personal-intimista. Su lírica tiene interés porque exterioriza la personalidad de un hombre de carne y hueso que no era ajeno al deseo, a la pasión y al amor.

Es triste todo para el alma mía,

Triste miro del alba el arrebol;

Triste veo pasar el claro día

Y triste miro al fin ponerse el sol.

Llega la noche y adormece al mundo;

Descansan todos, todos, menos yo,

Porque mi pena y mi dolor profundo

No me dan tregua ni un instante, no.

(Te conocí y lloré)

 

UNO DE LOS SIGNOS MÁS NOTORIOS DE LA POESÍA SALVADOREÑA ES EL SENTIMENTALISMO LÍRICO. En el proceso formativo de nuestras letras se encuentra a lo largo de todo un siglo. Con esto nos damos cuenta de cuán prolongada fue la infancia de nuestra poesía. La génesis lírica no es anormalidad; antes bien, es un inicio genuino. Lo irregular es el lirismo unilateralmente sentimental. En Enrique Hoyos tampoco puede señalarse este aspecto como un defecto. Por el contrario, se desenvolvía en consecuencia con los tanteos iniciales de nuestra poesía que se mueve entre la literatura colonial, pues esa era la escrita por españoles durante la colonia en estas tierras, y por ello no faltan los matices eclécticos. Hoyos se vale de símbolos convencionales del clasicismo americanizado para manifestar sus emociones:

 

Pues esa nave eres tú

Y ese delfín soy yo.

Que en vano sigo los pasos

De quien nunca me esperó.

Mira por fin, Oh, Delina,

Por tu amor cuánto sufrí,

Mira cuánto eres ingrata

Y cuánto soy infeliz.

Tú eres la luna que alumbra

Mi desgraciado existir;

Tú eres la flor que embalsama

Lo amargo de mi vivir.

El ancla de mi esperanza

Eres tú; y si mi amor

Pagas fina, tú serás

Mi puerto de salvación.

 

Y bien vale la pena señalar que el lenguaje pugna por romper las formas y que desecha intencionalmente la rima consonante que en otros poemas como Mi esperanza, utiliza de acuerdo a las reglas en uso, al decir:

Desamparada y sin remo

Entre peligros se lanza,

Donde la vista no alcanza

Playa amiga, amigo extremo.

 

No falta en la poesía de Hoyos la finura de la imagen, aunque se mantenga dentro del tema íntimo-sentimental:

Y vi la morbidez

de tu brazo nevado;

Vi tu garganta, y vi,

¡Ah! qué me fuera dado

Describir cual quisiera

Tu pecho regalado,

En que el Amor situó

Dos globos de alabastro

Que la misma Citeres

Formó para mi daño...

 

ENRIQUE HOYOS FUE, SIN DUDA, EL PRIMER POETA LÍRICO SUBJETIVO DE EL SALVADOR. SU ESTILO Y MANERAS LO DIFERENCIABAN DE MIGUEL ÁLVAREZ CASTRO E IGNACIO GÓMEZ.

El escritor salvadoreño Ítalo López Vallecillos, en El Periodismo en El Salvador, se refiere al aspecto periodístico de Enrique Hoyos, así como también a algunas cuestiones que tienen que ver con su quehacer literario: "En el año 1844 publicó su libro Apóstrofes. Por la profundidad de sus pensamientos, la nobleza y elevación de sus ideas fue llamado "el Lamennais salvadoreño". Su obra intelectual ejerció gran influencia en su época, y con razón se considera a Enrique Hoyos como uno de los más eficaces forjadores de nuestra cultura."

1-       ltalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador, Pág. 265.

2-     Otras referencias sobre Enrique Hoyos en Cien Años de Poesía en El Salvador, 1978, Rafael Góchez Sosa, Gloria Marina Fernández y Tirso Canales.

 

07-12-2020

www.tirsocanales.com

 

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